Este 2025 se cumplen diez años desde que Naciones Unidas lanzó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), un marco compartido para orientar a países, empresas y sociedad hacia un mundo más justo, inclusivo y sostenible. Diez años parecen mucho y, sin embargo, es el tiempo que hemos necesitado para comprobar algo que desde el inicio era evidente: transformar la manera en la que producimos, consumimos y convivimos es un desafío enorme, lleno de obstáculos, pero también de oportunidades.

Es cierto que los avances hacia la Agenda 2030 no han sido homogéneos y que persisten retrasos en muchas metas. Según The Sustainable Development Goals Report 2024 de la ONU, solo un 17 % de las metas de los ODS están actualmente bien encaminados para cumplirse en 2030, casi la mitad muestran un progreso mínimo o moderado, y más de un tercio están estancados o retrocediendo. El cambio climático, las crisis geopolíticas y la desigualdad, entre otros, siguen siendo grandes frenos. Sustainable Development Goals Report 2024

Sin embargo, sería un error interpretar este balance únicamente en clave de fracaso. Porque los ODS no fueron diseñados como un examen de aprobado o suspenso, sino como una hoja de ruta común. Son el recordatorio de que el mundo comparte un destino y que, más allá de las diferencias, necesitamos una brújula que nos oriente hacia un mismo horizonte.

En esta década también hemos visto logros que no deben pasar desapercibidos. La energía renovable ha duplicado su peso en la matriz global en los últimos diez años, con un crecimiento especialmente rápido en la solar y la eólica. En muchos países, los avances en salud han permitido reducir significativamente la mortalidad materna e infantil. Y el acceso a la educación básica sigue ampliándose, con millones de niños escolarizados que hace una década no tenían esa oportunidad.

Estos datos son una señal inequívoca: cuando se actúa de manera coordinada, los avances llegan. Tal vez más despacio de lo deseado, tal vez de forma desigual, pero llegan. Por eso los ODS nos recuerdan que el progreso no es cuestión de un solo actor ni de un único país, sino el resultado de sumar esfuerzos, paso a paso.

Desde Proden Group, trabajamos con empresas y organizaciones en la definición de estrategias alineadas con los ODS, convencidos de que cada decisión cuenta. A veces parece que hablar de sostenibilidad se ha convertido en un eslogan demasiado repetido, hasta el punto de que el término corre el riesgo de perder fuerza. Pero precisamente por eso es importante recordar el verdadero sentido de esta agenda: no se trata de modas ni de tendencias de comunicación, sino de la necesidad de asegurar que nuestro desarrollo sea viable para las generaciones presentes y futuras.

No podemos permitir que el exceso de titulares haga que olvidemos el fondo: los ODS son un llamamiento a unir capacidades, talentos y recursos en una dirección compartida.

A cinco años de 2030, no se trata de llegar a la fecha con una lista cerrada de logros, sino de mantener viva la ambición colectiva que inspiró los ODS. Porque, en definitiva, la sostenibilidad no se mide solo en indicadores, sino en la capacidad de la humanidad de actuar con visión de futuro y responsabilidad compartida.

Los ODS cumplen diez años y todavía nos queda camino por recorrer. Pero si algo hemos aprendido es que contar con una agenda común es ya en sí un paso transformador. No partimos de cero, no caminamos solos, y cada paso —por pequeño que parezca— nos acerca a un futuro más justo y sostenible.

En este aniversario, más que preguntarnos si hemos llegado lo suficientemente lejos, deberíamos preguntarnos cómo podemos seguir avanzando juntos. Porque, como en todo viaje largo, lo que importa no es la velocidad, sino la determinación de no detenerse.